Yo tengo una granja en África…

giraffe-manor2¿ O es una escuela? bueno, qué más da. Así de literariamente me lo tomo, en plan Karen Blixen tomando té en porcelana de Limoges,  contemplando la sabana keniana ella, el mediterráneo yo. Ayer fue la jornada solidaria en el cole de las niñas. Inciso: si creéis que conforme crecen las criaturas se simplifica la agenda familiar pues no guapas. Cada uno tira para su lado y si quieres hacer algo todos juntos en plan plan familiar y que guste a todos y que reine la paz y la armonía y que el caos no se apodere del mando y las cervicales no te amarguen el finde necesitas un máster de creatividad y comunicación, ese al cual te inscribiste el día que nació el churumbel primero. Sólo tengo dos hijas y un perro. El hombre Tranquilo que tiene la lección aprendidísima y dice amén a la propuesta y a dónde vamos, no tiene gorra de plato pero es un chófer de lo más pro. Camisa limpia y poniendo buena cara, es un sol. Últimamente la perra está pachucha tel tipo ‘ hoy no me puedo levantar’ y no es resaca. Pues nada, que la llevo en brazos hasta la calle. 28 kilos de mejoramiga, amortizando el gimnasio que por la operación bikini no es, qué va, salta a la vista, no soy tan superficial .

Nos plantamos en el domingo más solidario en la vida de S. El Hombre Tranquilo está tranquilamente reunido en London, V. tiene partido tras partido. Me pide si la puedo llevar al campo. – Vas corriendo, así vas calentando. Cuela. Bien. Espero que vuelva sola porque no tengo coche. Puntualizando, no tengo Las Llaves del coche. Bueno, esa es otra historia, no alarmarse, ya aparecerán.

A mi me toca estar en el taller solidario de trencitas de colores, y están todas las niñas del mundo entre 4 a 10 años en fila. Todo controlado. Me lo he empollado de un tutorial molongo en You Tube. Yo todo lo arreglo con tutoriales, desde desatascar el filtro de la lavadora, cortarte la melena a capas tu misma o hacer la declaración de la renta. Una maravilla, oye. Lo de las trencitas lo he practicado con la American Girl que teniendo pelo de verdad- o al menos a mí me lo parece- no se queja de los tirones.

S. se arregla sola coge un bolsito naranja y se engancha a sus amigas ya desde la puerta.

La veo con una fanta en la mano – ¿Quién te ha comprado los tickets?

– Yo.. he traído mi dinero.

– Ah! muy bien..¡Qué emoción me embarga! ¡Mi niña, qué mayor, qué solidaria, qué independiente, qué todo! Yo sigo a lo mío, qué melenazas tienen estas niñas, por Dios, ¡con la American Girl era mucho más rápido!. Ahora veo pasar a S. con ganchitos, luego en la cola de las trencitas y más tarde haciendo un punto de libro. Al final de la mañana mi psicomotricidad fina está a nivel encaje de bolillos a ojos cerraos.

Hoy es lunes y camino del cole nos encontramos con Carmen, la organizadora de la jornada solidaria, que nos saluda cariñosa como siempre. ¿O más cariñosa hoy? Aprovecho para felicitar a S. que se portó tan bien ( y tan sin darme la lata) -Sí – me dice- y hasta me ha sobrado un ticket.

– Ah, ¿sí? ahora me vienen a la mente la fanta los ganchitos etc- ¿ Cuánto dinero te has gastado?

– 120 euros…lo que llevaba en mi bolso…

-¡Quééé! ¡la madre que la parió! me veo incapaz de asumir los riesgos de su ‘hacerse mayor’.

– ya sé que es mucho dinero, pero es solidario, mami, para que los niños de África también vayan al cole. (Con lo felices que están así, ¿ he dicho yo esto? ah! no, sólo lo he pensado)

Ya estoy viendo la foto de la inauguración de la escuela, una plaquita en la puerta con el nombre de mi hija.

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