Bye Bye Ratoncito Pérez

Segundo día de mi arresto domiciliario las vacaciones. Siete y cuarto de la mañana, que no es muy pronto pero vamos, como para el primer sábado de vacaciones ya podíamos tener un respiro. Que ya la carcelerita estaba llorando en medio tono. Drama Dramón se presiente.

– mami… te has delatado -mami, te has delatado, mirándome hecha un mar de lágrimas resentidas. (Yo qué he hecho?) -así que ‘Ratoncito Pérez está de camino’, eh? -y la foto.. está hecha en tu cama… Buaaaa!… Buaaaa!…

(Jo-der, jo-der, jo-der, pero cómo he podido ser tan estúpida. Subir a insta una foto del regalito del ratoncito. En qué momento me pareció que tenía maldita la gracia, maldito insta, face, Zuckeberg y Jobs donde quiera que estés)

Joderrrr y qué hace la niña cotilleando el instagram ¡¡Que son las siete y cuarto.!!

Y ahora el Ratoncito Pérez se ha ido a la mierda y su padre me mira ‘ bienvenida al club de los metepatas, ex-supermami’.

Que me pase esto a mí.

Y hasta las 22.30 horario de vacaciones que se va a dormir. Son las siete y veinte de la mañana.

Ahora tenemos una charla madre e hija, la que no tuvimos ayer cuando me preguntó si al ratoncito Perez le gustaría su pelo, porque como tenía que pasar por encima…  y al ver mi cara de ‘¿va en serio?’ me preguntó a bocajarro si era yo el Ratoncito Pérez, le dije que sí, Me dijo -Naahh! cuándo vas a comprar los regalitos. -Venga, que es tardísimo, malconcluí mañana seguimos, es tardísimo…Y ahora me estalla el Pérezgate en toda la cara. Que no me he tomado ni un café.

Le calmo le tranquilizo y el disgusto mayor se le pasa cuando le digo que vamos a cambiar los pintauñas, que sí me acordaba que le gusta el verde mint y no el verde lima,  pero que ayer a las ocho de la tarde en mi radio de acción la oferta era tirando a limitada. Ella se calma y ahora soy yo la que he sentido un pellizco por dentro, bye bye ratoncito de mi hija pequeña. Es como el día de mudanza, ese vértigo de saber que no hay vuelta atrás.

niña con globos

Shhh! aproveho que está absorta leyendo ‘Danny, campeón del mundo’, un libro superrecomendable de Roahl Dahl, superrecomendable todo él, para abrir sigilosamente el ordenador y teclear si hacer ruido…