Mami, no hables de mí en el blog.

Se puede decir más alto, puede. Mira que iba a poner un título llamativo: ‘Guía top ten de los accesorios más fashion. Número 1.- Tu bebé.’ Pero era muy heavy y muy engañoso, y yo con las mamás recientes bromeo pero en plan bien, con ellas, pero no de ellas. Que yo también he estado ahí, en las noches y diás sindormir, en las agoatdoras sesiones toboganescas, en eonversaciones parqueriles acerca de virus, cacas, y otros fluidos. En los inexplicables subidones de fiebre. Poca broma. No he querido que entraran mamis confiadas en curiosear si es el kaftán o la basket T-shirt la prenda it , o si la funda del Iphone tiene que ir a juego con las uñas ( que sí, que el smartphone es el accesorio que más te identifica y lo que fue antaño el bolso ahora es el iphone case). Eso, otro día.

Ya no tengo bebés, y no se si mi foto de perfil sería mi bebé, o yo con él. Y si inundaría las redes sociales con las monerías del bebé.  No lo sé. Creo que no. Pero no estoy nada segura. El bebé comienza como parte física literal de nosotras, lo parimos y entonces es una extensión de nuestro yo, y vivimos en un planeta diferente, el centro de nuestras vidas se transfiere y pasa a ser él. Crecer sigifica ir soltando por nuestra parte, entender que es otra persona diferente a nosotras, y esto es un proceso que se hace pasito a pasito. El chorreo de oxitocinas y el instinto maternal tampoco ayuda a la objetividad. Es lo que más queremos en el mundo, lo que más hemos querido, y ese sentimiento amoroso nos desborda, nos envuelve, nos acoge. Es la experiencia más grande que hemos vivido, y a veces hasta dudamos de tener otro hijo porque no sabemos si lo querríamos igual, igual de tanto. Pues sí. La respuesta es que cada hijo es diferente, cada amor es diferente, pero con el segundo bebé no repartes tu amor, no tienes que dividir la cantidad de amor, sucede que el amor se multiplica, y no me preguntéis cómo que soy de letras.

Así que es normal que las madres estemos que se nos cae la baba con nuestros retoños y los luzcamos con orgullo, cómo no. Y hablemos de las trastadas y de sus cosas. Entonces crecen y cuando tienen dos años seguimos hablando con total desparpajo de sus cacas y mocos, y si en el parque comparten el chupa-chups con un amiguito hacemos una foto para subirla en Instagram, son tan monos…

Y siguen creciendo y ahora la niña tiene 14 y bueno, sus cacas no me interesan ni a mí. Y si la veo en el parque compartiendo el chupa-chups con un amiguito, ¡la que se queda con cara de foto soy yo!.

Yo a mis hijas me las tomo muy en serio. Me río mucho con ellas, y es una de las cosas que más disfruto, el sentido del humor ‘familiar’. Esos chistes privados que cada familia tiene. Esas miradas cómplices. Esa telepatía. Quiero lo mejor para ellas. Quiero respeto. Quiero dignidad. Y para todas las hijas y los hijos del mundo. Quiero que tengan paz siendo quienes son.

Y aquí estoy, pisando suavemente, pues piso sobre sus sueños- ¿de quién es este poema?-

Soy su madre, no su dueña. Ellas son dos personas, con su mundo, sus sueños, su intimidad. Solo,’solo,’ estoy aquí para acompañarlas, para intentar que no tropiecen en esa piedra- lo harán en otra- para consolarlas entonces. Para empujarlas a vivir su propia vida. Pero durante este camino que vamos inventando sobre la marcha, yo también me divierto y crezco como persona. Ellas no lo saben, pero yo no era yo antes de ellas…

Como ya me he puesto moñas que no veassentimental, os cuento que cuando fui a un encuentro de madres blogueras en Madrid -como si hubiera ido a muchos- me tropecé en el aeropuerto con una madre bloguera y eran justito las 7 de la mañana y coincidió que nuestros bocatas eran idénticos, mucho vegetal, jamón y pan de cereales, y nos dimos cuenta porque desenvolvimos el bocata sincronizadamente. Y yo, que soy muy peligrosatímida, al ver que nos sonreíamos como dos pavas le dije que le admiraba mucho que si iba al enceuntro de madres blogueras. Y era madre y era bloguera, y era la madre Teresa Forcades. Cosas que me pasan. Ah! esta historieta venía a cuento no de mi peligrosidadtimidez, si no de que si esta anéctoda vulnera la intimidad de Teresa Forcades. ¿Que no somos vegetarianas del todo? chica, nadie es perfecto. Y no sabes el día que teníamos por delante, yo al menos. Me sonrío por dentro ahora.

No, no hablaré de mis hijas como si fueran dos bebés, porque ya no lo son, y siempre que lo haga será pensando en que si lo leen algún día sientan que su madre puede que no tenga todas las respuestas, pero ¡las quiere con todo su corazón!

brillar

¿Que las madres estamos un poco locas? Sí, ¡y qué!pero locura de la buena, de la que te hace hacer cosas que no hubieras imaginado jamás. Y la lista, larga, la sabes muy bien, tú, mamá.